Amarga espera

A el le gustaba pararse en los escalones de mármol y contemplar los capiteles dóricos, envueltos en capullos soñolientos y fragantes. El sol se filtraba en finos haces a través de las ramas retorcidas. Las abejas zumbaban en la maraña de brillantes hojas verdes debajo de las cornisas desnudas. No importaba que el lugar fuera tan sombrío tan húmedo.

A pesar de todo, la decadencia del lugar lo perturbaba. Las arañas tejían diminutas telas sobre las rosas de hierro, tan oxidadas en algunos sitios que se desintegraban al tacto. Y un poco por todas partes, en los porches, la madera de las barandillas estaba completamente podrida.

Ese paisaje tan desolador y deprimente, era los Campos Elíseos en comparación con su lúgubre alma, que hacia 20 años se desgarraba diariamente al anochecer, para volver a reconstruirse al alba, y luego de todo un día de agonía, volvía a deshilacharse para volver a completar el ciclo una y otra vez.

Todo comenzó dos décadas atrás, cuando su reina huyo entre gallos y medianoches, rompiendo su corazón en tantas partes como granos de arena tiene el Sahara, no hubo despedida, no hubo un adiós, solo un trono vacío junto al de él. Las penumbras ganaron el reino, atraídos por su alma como moscas a la miel, esas mismas tinieblas pusieron en disparada a cada habitante del palacio, un rey solitario se convirtió en el único huésped de su soledad. La ira, el rencor, los celos, la dudas, cada uno de esos sentimientos fue apoderándose poco a poco de su ser, al igual que a Pandora, el único sentimiento misericordioso que guardo fue la esperanza, esperanza de que algún día ella volviera a sus brazos, esperanza que se renovaba con cada amanecer y desaparecía con los últimos rayos del sol y los primeros de la luna. De todos los pensamientos que atormentaban su ya blanca cabeza, había uno que preponderaba, la infidelidad, el engaño, pero ¿con quién escapo?, era la pregunta que le generaba más incertidumbre.

Después de 20 años, llego su primera visita, un jinete arribo justo antes de la gran tormenta, era la primera persona que veía en años.

-Caballero, ¿Usted es el rey Tomasen?

Absorto por la aparición de el joven jinete, sin saber si se trataba de un espejismo o si era una persona real, el rey asintió con la cabeza

-Tengo esta carta para usted, es de Annette…

20 años de no escuchar el nombre de su amada, ya no recordaba como sonaba en sus oídos, su reina le había escrito, pero ¿Quién es el para atreverse a pronuncia tan delicado nombre sin ni siquiera mostrar reverencia?, pensó confuso el rey.

-¿Has dicho Annette?-respondió con voz temblorosa mientras tomaba la carta entre con sus ásperas manos.

-Si señor-respondió el joven con una cálida sonrisa. Y déjeme decirle que se encuentra tan bella como usted la recuerda.

“No solo se atrevió a pronunciar su nombre con displicencia y una denodada confianza sino también mansillo su honor con un “piropo” propio de un pirata”, los años de soledad, el dolor y los celos infundados no lo dejaban pensar con claridad, en un arrebato de ira, imagino al joven, como amante de su delicada doncella, sin pensarlo dos veces, con su mano libre tomo la traicionera daga que custodiaba su cinturón, y de un certero ataque, atravesó el corazón del joven con el viejo acero del puñal.

Con el jinete sin vida en el suelo, en medio de un charco de líquido carmesí, Tomasen abrió la carta, eran pocas las líneas, pero tan certeras como la puñalada que acababa de propinar.

“Mi querido rey.

                               Lamento en el fondo de mi alma, cada segundo de angustia que has sufrido por mi inesperada ausencia, el bochorno se apodera de mi al recordar mi infantil decisión, pero escapar de las miradas de los que juzgan me pareció la opción mas sensata, ¿la razón? Estaba embarazada de ti mi querido sin habernos casados, algo tan pecaminoso para esa época que me sonrojo en este momento mientras escribo esta carta, ya pasaron 20 años, decidí dejar de escapar del “qué dirán” de las personas, quisiera ir personalmente, pero me encuentro enferma, me es imposible llegar, por eso envío a nuestro hijo para buscarte y traerte conmigo, su nombre es Tom, lo bautice en tu honor, espero que en el viaje de regreso puedan conocerse, y perdón mil veces por dejarte.

                                               Con amor Annette” 

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